En esta época donde sólo se habla de crisis económica, donde el precio de cualquier alquiler es impermisible, sin tener hipotecas que pagar o hijxs que mantener y con unas rodillas y una espalda que todavía son todo terreno, he invertido ahorros en conocer una muy pequeña parte del mundo. Es importante conocer el mundo para saber quererlo y cuidarlo. Es importante conocer otros modos de vida, otras inquietudes y modos de convivencia para abrir nuestras mentes. Siento muy dentro de mi es que esto es de lo más grande que he hecho con mi vida. Viajar de mochilero es a partir de ahora una de mis grandes pasiones y objetivos.
Juan y yo partimos hoy exactamente hace ocho meses. Os cuento en que consistía mi equipaje esto por si os resulta útil. Cargamos pocas cosas, de las cuales no me sobró ni me faltó nada:
Cinco camisetas cortas y una larga, dos pantalones largos y uno corto, un forro gordo y otro fino, un abrigo, ropa interior para diez días, unas mallas interiores, un saco de dormir ultrapequeño, toalla-balleta, bañador, neceser, capa de agua, gorra, gafas de sol y de repuesto, frontal, baraja de cartas, cámara de fotos, móvil, cargadores para lo anterior y navaja multiusos. Creo que eso es todo. Tan sólo no usé el abrigo. Diez kilos y otros tantos de ilusiones cargados en una mochila regalo de mi comunión para vivir durante seis meses.
El balance del viaje es enormemente positivo. Lo único malo que me traigo a España es el recuerdo de mi robo e intentos de robo. El pasar hambre no encontrando sitios donde comer, las interminables horas de bus pasando varias noches seguidas durmiendo sobre ruedas, los calores sofocantes y los colchones duros nos son cosas malas, me producen incluso una sensación entrañable.
Ha sido muy enriquecedor compartir esto con mi amigo Juan al que ya tenía la sensación de conocer bastante pero que aun hemos aprendido mucho el uno del otro. Nos entendimos a la perfección en todo momento, nos respetamos y superamos la prueba con un doce sobre diez. ¡Ay Juanín que guay!
También hay muchas otras personas que hemos conocido y de alguna manera me quedo con su recuerdo. Luis, su familia y su especial acogida en Lima, los diferentes guías locales con los que aprendimos muchas cosas. Viajerxs que nos hemos reencontrado en diferentes partes de un mismo país o incluso alguna viajera a la que he visto en diferentes países.
He aprendido vocabulario nuevo sobretodo en frutas y verduras. Incluso en diferentes países latinos que hacen frontera no se usa la misma palabra para referirse a lo mismo. Tampoco allí usan la letra V como "uve" si no como "b corta o b pequeña y la B como "b larga".
El acento de las cincuenta películas dobladas al español neutro que habremos visto en los autobuses me llegó a parecer incluso como el que estamos acostumbradxs por aquí.
Si tengo que decir los sitios que más me han gustado no puedo especificar mucho porque parece que se desprestigia lo demás. Me quedaría meses enteros leyendo y relajándome en Cafayate (Argentina) o en Salento (Colombia). Me maravillaría otras mil veces con la fuerza natural del glaciar Perito Moreno o con la inmensidad del Salar de Uyuni. Caminaría por ciudades como Cuzco y me perdería en mercados como el de San Telmo en Buenos Aires o casi cualquiera de cualquier ciudad de Perú y Bolivia.
Creo que la comida local de la que más dimos cuenta son las empanadas argentinas. ¡Menudos empachos! Aunque también me quedo con el ceviche peruano o las ensaladas de frutas de los mercados bolivianos. Por supuesto es imposible de olvidar aquel buffet libre repleto de comida vegetariana elaboradísima en Mendoza (Argentina).
El viaje más largo seguido en autobús fue curiosamente nuestro primer viaje en este medio, desde Lima hasta la selva en Pucallpa. Un total de 22 horitas sentados. Aunque la distancia más larga quizá sea los 2500 km desde Puerto Madryn hasta Iguazú con una escala de unas horas en Buenos Aires.
Como anécdotas divertidas recuerdo la del taxista que nos llevó hasta casa de Luis la segunda vez que llegamos a Lima. Era el típico taxista hablador y simpático que resultó además ser polifacético. Nos contó que era agricultor y que había desarrollado innovadoras técnicas para cultivar la tierra. Ganadero con una producción de gallinas suficiente para ganar buen dinero. También era cocinero y no un cocinero cualquiera no, era el segundo de Perú, según sus palabras. También se dedicaba a la pesca y era un pescador nato en las costas del Pacífico y muy experto en el tema. Y bueno, que lo de taxista era una afición para sus ratos libres y sacar alguna plata extra jajajaja.
Ya para despedir tengo que hablar de este mismo blog. Casi 30 entradas para contar toda la aventura con detalle, regarla con las mejores fotos y usarlo de ventana al resto del mundo. Mucho trabajo me ha dado pero creo que el resultado ha merecido la pena. Mil gracias a esxs lectores habituales, Anso, mucho gusto en conocerte en París, Jarita qué mayor estás y qué preciosa, nuestros padres y madres y resto de la familia que ya sabéis lo que os queremos. También gracias a esxs que sólo miran las fotos.
Me sabe a poco despediros de esta manera pero es tal la magnitud de cosas que seguro que necesitaría otras cincuenta entradas más para contar todo bien. Lo mejor es que os animéis siempre que podáis para enriqueceros con este maravilloso placer de viajar.
Prometo que mis aventuras de mochilero seguirán siendo reflejadas por aquí pero todavía no sé cuando. Hasta entonces me despido un poquito emocionado tras recordar este viaje desde un lluvioso Madrid en una primavera incipiente.
Muchos besos viajeros.
Juan tiene parientes en Lima.
Monísimas en la costa de Callao.
Volvemos a los 60 en Trujillo.
En Perú debe ser normal anunciar lo que no se vende, en vez de a la inversa.
Perrito lindo y sin pelo en Chan-Chan.
Con ese nombre de calle, Juan resbaló en Cuzco.
Cocodrilo de verdad en La Paz.
Nada es imposible en Sucre.
Glamour en Salta.
Litronas en Salta pa mojar el bigote.
Cafayate y capulletes.
Estrenando el hostel de Uspallata.
¿Badenes en el Bolsón? Esteeee no.
Fernet en Malargüe.
Las paredes de Bariloche son sabias.
Mi manoplita encajaba.
1 de Enero.
Aguantando la risa en Río Gallegos.
Sin comentarios.
Empanadas con Quilmes en Plaza Mafalda.
"Si no va a pagar no entre". Valle de Cocora.
Arte en Bogota.
Última cerveza del viaje volando por los aires.