domingo, 28 de febrero de 2010

Esto se acaba

Hola amigxs, ¿como andáis? Yo siento un montón de cosas. No me creo que mañana sea el día de vuelta a Madrid después de casi seis meses. Siempre se siente que el tiempo pasa rápido, pero cuando uno ha dedicado medio año a conocer, explorar, empatizar, caminar... a abrirse al mundo para conocerlo, aun parece que el tiempo tiene menos sentido y que son las experiencias las que te hacen notar como uno madura y sigue aprendiendo muchas cosas.

Tengo muchas ganas de volver y durante esta última semana ese sentimiento no se me ha ido de la cabeza. Imagino que cuando me reencuentre con todas esas personas y lugares a los que tanto echo de menos me entrarán ganas de sacar las alas y seguir enriqueciéndome como lo he hecho hasta ahora. Pero ahora tengo la mente en vosotrxs.

Este no es el post de despedida pese a que va a ser el último que escriba desde tierras latinoamericanas. Creo que aún voy a sentir cosas que contar una vez esté en Madrid así que no bajéis la guardia y seguid pinchando en el enlace a mi blog que sé que tenéis en favoritos.

Pero como es menester, voy a contaros a que he dedicado mi tiempo en esta semanita corta en la que he descubierto algunos lindos lugares de Ecuador, país que tiene muchas cosas en común con sus estados vecinos. Vendedorxs por las calles, buses que te llevan a casi cualquier rincón, multitud de rasgos diferentes en las personas fruto de la mezcla con españolxs, indígenas y demás.






Otavalo es un pueblito indígena cuya población habla mayoritariamente Quechua y en el que la mayoría de sus habitantes siguen visitiendo con esa indumentaria característica de sus orígenes. Mujeres con largos vestidos, blusas y colgantes dorados y hombres con ponchos y alpargatas.



















En esta ciudad, todos los sábados se forma el que es el más grande mercadillo de toda latinoamérica. Todas las calles se repletan de artesanxs vendiendo sus productos y además a unos precios justos y asequibles. Yo llegué en día lunes así que solo pude visitar su mercado de la Plaza de los Ponchos que se monta y desmonta diariamente y que también tiene una buena oferta de artesanía.





Como os contaba, llevo varios días con la mente puesta en la vuelta y después de tanto tiempo viendo cosas, moviéndome de un sitio para otro tampoco me he dedicado a conocer absolutamente todo lo que ofrece esta pequeña ciudad. Pero si dediqué una buena caminata mañanera a conocer el lago de San Pablo y la cascada de Peguche, un lindo lugar en medio de un bosque de eucaliptos.





Tuve la oportunidad de comer chochos. Antes de que os llevéis las manos a la cabeza tendréis que saber que hay una semilla típica tanto de Perú como de Ecuador que recibe este nombre. En España lo llamamos altramuces aunque tengo que reconocer que la publicidad es bastante sugerente jijiji.

























Tras tres días en este entorno rural decidí viajar las dos horas que me separaban de Quito pero sin muchas ganas de volver a una masa de tráfico, ruido y gente.

Acostumbrado a visitar capitales de unos ocho millones de habitantes, nada más llegar pude ver que la capital de Ecuador tiene un ritmo más tranquilo, más pequeña, más accesible y me alentó el conocerla. Me alojé en un hostel muy económico en el centro de una conocida zona de marcha que me convenció para que fuera mi último hospedaje antes de volver a mi verdadero hogar.

El día siguiente amaneció lloviendo y nublado, pero aun así decidí ir a conocer la ciudad Mitad del Mundo, un monumento turistificado que se supone que está situado a latitud 0 es decir, justo entre el hemisferio norte y el hemisferio sur. Me gustó el que no hubiera practicamente gente debido al día humedo que se presentaba. También me resultó interesante el poder saltar de un hemisferio a otro pero más allá de eso el lugar no es mucho más atractivo.










Cuando volví al hostel descubrí que gracias a las nuevas tecnologías, hace unos años se descubrió que el lugar exacto donde es la latitud 0 está situado unos 200 metros más alla del antiguo monumento cosa de la que no me percaté allí y no pude ver el museo en el que explican cosas tan interesantes como que la gravedad actúa de manera diferente o el agua gira de maneras extrañas. En fin, excusa para volver.

El segundo día por aquí lo dediqué a pasear por el centro pero antes de llegar, en el bus de camino, una señora trató de hurtarme aprovechando el abarrote de personas que nos encontrábamos dentro. Suerte que me di cuenta y la señora no se llevó más que su cara de vergüenza.

Es realmente muy bonito el centro histórico de Quito, declarado patrimonio de la humanidad y es muy interesante perderse por sus calles bien conservadas igual que sus antiguos edificios coloniales.












Subí hasta el cerro Panecillo donde tienen una exagerada figura de aluminio de la virgen y pude ver la panorámica de la ciudad vigilada por el volcán Pichincha. Allí estuve un buen rato, disfrutando de la vista y tomándo el sol que creo que voy a echar de menos en cuanto llegue a España.









Se que he podido ser víctima de la mala suerte pero al bajar otro par de malintencionadas personas trataron de echárseme encima para despojarme de mis pertenencias, pero esta vez fui rápido y pude evadirles. Tras este segundo intento de robo me cansé y decidí volver a la seguridad de mi hostel.

Hoy domingo y para olvidar el par de anécdotas feas me fuí a pasear bajo un sol y un calor abrasador al enorme parque de la Carolina donde la gente disfrutaba de su merecido descanso haciendo deporte, pic nic o remando en sus barquitas a pedales.

Para llegar allí seguí por una gran avenida que estaba cortada al tráfico y abierta a modo de ciclovía. Otras grandes avenidas se cortan cada domingo y cientos de ciclistas aprovechan esta magnífica idea para pedalear y no contaminar.













Ahora aquí estoy, tecleando estas últimas líneas cuando la luz va a desaparecer en cosa de una hora. Mañana prontito madrugo para irme al aeropuerto y unas quince horas más tarde espero llegar sin contratiempo a Barajas.

No me gusta deciros adios porque por muchas ganas que tenga de volver este viaje ha sido una de las cosas más interesantes que he hecho a lo largo de mi vida y en cierto modo me resisto a que se acabe. ¡Espero que sea el primero de muchos más que haga!

Será en Madrid donde escriba mis reflexiones del viaje y os ponga un puñado de fotos anecdóticas. Muchisimos millones de besos ecuatorianamente refrescantes igual que el eslogan de la cerveza más famosa de aquí. Así que para no deciros adios os digo... ¡hasta pronto! Y me tomo esta a vuestra salud. Muaaaa







5 comentarios:

  1. Tenemos muchisimas ganas de verte.Seras muy bienvenido y ya veremos que pasa....Es lo bonito de la vida,que haya sorpresas y etapas
    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  2. Buen viaje y feliz vuelta a casa!!
    Gracias por tu blog.
    Seguire leyendote.
    Besicos.
    AnSo

    ResponderEliminar
  3. karlitos, ha sido muy didactico leer tu blog, espero que tengas un buen regreso a casa y epero que nos veamos pronto.
    muchos besitos desde pamplona.

    ResponderEliminar
  4. knijo ke en cordoba tb se les llaman chochos a los altramuces, tronketajes... bueno un beso, que no puedo ir pa paris a veros porque toavia no habré cobrao pero bueno mas adelante nos vemos por la vida!

    ResponderEliminar
  5. Buen dia, les escribe Daniel Tirado, escritor del libro de viajes, titulado: Viajando sin papel higienico.

    Me encantaria que entraran a la pagina, que lo conocieran, y porque no, hacer un intercambio de informacion con su blog... Ademas que amo esta pagina de ustedes, muy buenos viajes... Y si, seria un honor ver una nota sobre mi libro con ustedes.

    Un abrazo,

    Daniel Tirado

    www.viajandosinpapelhigienico.com

    ResponderEliminar